El libro

EL HOMBRE ACECHA:

Un poemario-denuncia

Con el estallido de la Guerra Civil, Miguel Hernández adoptará un tono combativo y rebelde, en consonancia con los trágicos momentos que vive la sociedad española. El 23 de septiembre de 1936 se enrola como voluntario en el Quinto Regimiento del bando republicano, y se convierte en ese poeta-soldado que vemos reflejado en sus libros Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939). Durante estos años, Hernández cree necesario convertir el arte en un arma de combate y en un instrumento útil para mantener bien alta la moral del soldado.

Si Viento del pueblo se convirtió pronto en el símbolo de la feroz guerra, que recogía veinticinco poemas escritos desde octubre de 1936 hasta septiembre de 1937, el libro conseguía, en nuestra opinión, poner al día el canto del poeta con su  público y con su esencia personal. En todos ellos refulge la experiencia íntima del yo poético, se confunde con el pueblo al que se destina el canto. Además, la tensión vital se entremezcla en el mismo. Esta perfecta simbiosis de muy diversos y heterogéneos elementos (vida, arte o literatura, tradición literaria) provoca que su discurso fuese polisémico y que procediese de distintos ámbitos, con efectos emotivos y estéticos asimismo variados, lo cual viene a revalorar este tipo de escritura, tradicionalmente rechazada por la crítica por simplista.

            El hombre acecha consta de diecinueve poemas escritos entre 1937 y 1938 y fue publicado póstumamente en Santander en 1981 (las tropas del general Varela destruyeron las galeradas ya impresas en la Tipografía Moderna, en Valencia). Sin embargo, se pudieron salvar al menos dos ejemplares (quizás tres, si añadimos las de Enrique Azcoaga) con juegos de capillas de aquel nonato libro compuesto por 72 páginas y 4 hojas de guarda en papel corriente de medidas 215 x 155 mm (propiedad de José María de Cossío y Antonio Rodríguez-Moñino). La cubierta era de Rafael Pérez Contel, con color rojo sangre de toro, como le pidió Miguel Hernández, combinado con el color negro del nombre del autor. 

            En este libro aparece una visión trágica, funesta, de la vida y de la muerte. Sus temas centrales son el odio y la muerte; una muerte llena de crueldad, de violencia y sin sentido alguno. El tono es mucho más negativo y pesimista que en el libro anterior: el hombre es el mayor enemigo del hombre; el hambre se extiende por todas partes, especialmente para los pobres; las cárceles se llenan de hombres, de llantos, de penas, de odios, de libertad que se pudre, de cadenas.

            A pesar del tono triste, amargo, sangriento y cruel de El hombre acecha, el poeta sitúa al final del mismo la “Canción última”, en la que expresa su deseo y su confianza de volver a su casa, reencontrarse con la mujer amada y, aunque sea en una ruinosa cama y con una desierta mesa, hacer que florezcan de nuevo los besos sobre las almohadas. Y, por muy imposible que parezca, pide que le dejen la esperanza de lograr que así sea.

            El hombre acecha presenta, en definitiva, un giro hacia el pesimismo intimista: ahora el poeta se aflige no solo por la muerte colectiva que acarrea el conflicto bélico, sino también por los heridos, las cárceles y el odio entre hermanos. El tono vigoroso, entusiasta, combativo y vital de Viento del pueblo se atempera en El hombre acecha, un poemario en donde el poeta pasa de cantar a susurrar amargamente; o dicho de otra manera, de exaltar a los héroes a lamentarse por las víctimas.

Manuel Ruiz-Funes consigue con las trece piezas que se muestran en esta exposición ofrecernos el correlato artístico de otros tantos poemas de este poemario. Con los colores rojo y negro, el expresionismo y, en mi opinión, una veta surrealista que potencia ese expresionismo, el pintor murciano nos devuelve una visión trágica, no exenta de belleza, del libro de Miguel Hernández. Ha sabido interiorizar el mensaje hernandiano de este poemario, tremendo y esperanzador a la vez, y tan olvidado por la crítica y los creadores plásticos.

Aitor L. Larrabide. 2017

Director de la Fundación Cultural Miguel Hernández. 

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